No usamos los superlativos con todos los adjetivos. En general, no es posible usar estos superlativos con adjetivos que expresan una identificación que no cambia. No decimos que Marion es muy francesa o que la falda es muy amarilla. En algunos casos, cuando los usamos, se produce un cambio de significado, que puede ser difícil de entender:
Marion es muy francesa.
Nos referimos a sus hábitos, su interés por la gastronomía o los quesos, por ejemplo, por su pronunciación, por su sentimiento patriótico... o por otras características que podemos atribuir a los franceses y que el interlocutor puede comprender.
La camisa está muy blanca.
Entendemos que la camisa está muy limpia.
Está muy rojo.
No nos referimos a un semáforo, sino a una persona que ha ido a la playa y se ha quemado con el sol o que está pasando vergüenza por algo.
La economía está muy negra; las cosas están muy negras.
La economía va mal, el panorama para el futuro es pesimista.