Repasamos a continuación las diferentes posibilidades para expresar la exclamación.
Empleamos qué (con acento gráfico, aunque no es un interrogativo) con sustantivos (¡qué pena!, ¡qué alegría!), con adverbios (¡qué mal!) y con adjetivos (¡qué guapa!).
En el caso de los adjetivos, pueden aparecer solos, si reaccionamos ante algo compartido por las personas que hablan (¡qué bonita!, ¡qué grande!) o con el verbo ser (¡qué feo es!, ¡qué grande es el Estadio Olímpico!): observa que en todos los ejemplos el sustantivo, el adverbio o el adjetivo se sitúan al lado del exclamativo qué. Este tipo de construcción tiene un significado parecido al de adjetivo superlativo: me da mucha pena, muy mal, es un día muy bonito.
El uso de formas interrogativas, que no presenta realmente una pregunta, sino que suele expresar que no creemos / aceptamos algo. Su uso en la lengua escrita es muy limitado: en esos casos es frecuente repetir el enunciado que causa la exclamación o conocer por qué ese enunciado causa una exclamación
¿De verdad crees que necesitamos más películas de superhéroes? Es algo que no para. Revista Cinemanía, España
La utilización de signos de admiración ante enunciados “normales” exige con frecuencia una entonación adecuada para señalar los sentimientos que queremos expresar:
Hoy es viernes... 4 de febrero... > información objetiva de la fecha actual
¡Hoy es viernes! > manifestación de alegría porque empieza el fin de semana
Este procedimiento es el más habitual en la lengua escrita.
Los “ruidos” solo forman parte de los intercambios orales y añaden énfasis al enunciado, por eso su pronunciación suele ser muy marcada, con vocales, sobre todo, muy largas. Son muy frecuentes en español: ¡Uyyyy, casi mete gol!, ¡Ooooh, qué regalo tan bonito!, ¡Brrrr, qué frío!
Las palabras de exclamación tienen un funcionamiento similar al de los “ruidos”: ofrecen énfasis, pero no ofrecen casi significado, y por eso, normalmente acompañan a un enunciado más extenso. Además de palabras “neutras” (¡mecachis!, ¡caramba!, ¡córcholis!, ¡órale!, ¡viste!, ¡ostras!, ¡che!, etc.), se incluyen en este grupo palabras que se consideran malsonantes o vulgares (con significados relacionados con la religión o el sexo, entre otros).
Aunque son muy expresivas y espontáneas, estas palabras no aportan un significado exacto (tampoco esos significados malsonantes): en muchos casos la mayoría de hablantes no considera ofensivas estas palabras. Todas ellas están recogidas en el Diccionario de la Real Academia Española precedidas de la abreviatura INTERJ. VULG. (interjección vulgar).